NUEVAS SALAS, NUEVOS
HABITOS
Por Rosalba Oxandabarat
Se vuelve al cine en
esta capital, con enormes paquetes de pop, pero se vuelve. Desde la
masiva veta del entretenimiento hollywoodense a la búsqueda de la
calidad, pantallas recicladas ó nuevas siguen convocando espectadores.
Aún estaban las grandes salas, cuando el
régimen institucional retornó a Uruguay en 1985, pero su vigor de
otros tiempos sólo reaparecía en las instancias de algún estreno muy
sonado. Desde el mundo desarrollado ya llegaban noticias de la
multiplicación de salas chicas, las más de las veces agrupadas entre
sí.
Montevideo conoció su primera sala de cine de tamaño moderado y
asociada a un centro comercial, la del "Montevideo Shopping",
que con las gracias de Eddie Murphy ("Un detective suelto en
Hollywood") abría sus puertas a lo que sería, con los años, una
suerte de inauguración a una nueva manera de ir al cine, y aún, de ver
el cine.
La exhibición cinematográfica daba señales de debilidad, con la
mayoría de los cines de barrio refugiados en la memoria, y las grandes
salas con sus capacidades aprovechadas muy por debajo de la oferta.
Pocos meses después, en julio del mismo año, y como una señal
premonitoria de que la demanda podía estar ya, al menos en parte, lejos
del Centro, fueron inaugurados en Pocitos, también asociados a una
suerte de centro comercial pero de escala mucho menor, el
"Alfa" y el "Beta", dos salitas en aquel momento
atractivas y confortables, cuando las butacas de avión con posavasos ni
siquiera eran soñadas.
La exhibición de cine seguía peleando como podía. El cine
"Central", en marzo de 1988, reabrió sus puertas después de
refacciones, y muy poco después, en abril, el cine "Libertad"
inauguraba un espacio más íntimo, con su fuente y con una película
inolvidable, "El año del arco iris", del sueco Lasse
Hallstrom. También el "Nuevo 18", en parte de lo que había
sido el enorme "18 de Julio", se inauguró en aquel año,
mientras el "California" de la calle Colonia intentaba
reciclarse (cosa que según demostraron los años fue en vano) y
reabrió un año después, convertido en tres salas bastante más chicas
que la madre inicial. Algo parecido le pasó al "Nuevo
Ambassador", que intentó sobrevivir en lo que había sido el
"Luxor" (con su último tiempo en la vergonzante aventura del
cine porno) de la calle Ejido, y volvió, después se vio que también
infructuosamente, a la lucha en julio de 1991. A fines de la década del
80, con videoclubs por todos lados, eran probablemente mayoría los que,
desde el escepticismo ó la nostalgia, opinaban que el cine "ya
fue".
Como una experiencia casi al costado y de impulso individual, en 1993
abre en una galería el cine "De las Américas", el mismo año
que el suntuoso "Cinemetro", recuerdo aún persistente de los
tiempos de oro del cine, decide prohijar un hijo pequeño en su planta
alta, llamado "Cinemetro 2". Las salas chicas parecen anunciar
que nadie puede ya enfrentarse a un tremendo salonazo que, de acuerdo a
las tendencias, tendría todas las probabilidades de verse semivacío.
Con la misma orientación abrirá, tercera opción en el complejo del
"Alfa" y el "Beta", el cine "Gamma" en
1994, año en que también con bombos y platillos se aprovecha el
espíritu (ya que no la arquitectura, arruinada en una de las peores
reformas de las que puede dar cuenta esta ciudad) que podía aún quedar
en la esquina del viejo "Censa", y en octubre abren las dos
"Opera". Lindas salitas, buena proyección, butacas para el
momento comodísimas. El lugar, pleno Cordón, bullente en las horas del
día pero más bien poco transitado de noche, de todas maneras era un
riesgo.
CAMBIOS DE LOS
NOVENTA
La mitad de la década final del siglo XX asiste a una cascada de
inauguraciones, y a un cambio sustancial en la manera de ir y mirar el
cine: las experiencias anteriores lo venían prefigurando, pero tuvo que
ser la potencia manifiesta, la novelería de los montevideanos y el
impulso que se largó a trabajar en grande los que posibilitaron que, de
pronto, Punta Carretas, que ya había dejado de ser una cárcel para
convertirse en un centro comercial que cambió definitivamente la cara
de un peculiar barrio montevideano, se convirtiera también en albergue
del cine. Primero fue el "Punta Carretas 1", dos meses
después el "Punta Carretas 2" (con "Fresa y
chocolate", una de las pocas películas cubanas que se constituyó
en éxito de público). Lo que los inversionistas ya habían visto, que
agrupar salas asociadas a un gran centro comercial era una gran idea,
fue avalado por el público. La experiencia fue diferente a la primera y
solitaria de la salita aislada del Montevideo Shopping, que pronto tuvo
escasa fortuna, formó parte un tiempo de la programación de la
Cinemateca, pasó a llamarse "El Observador" y luego cerró
discretamente. En 1996, casi al unísono, se inauguran más salas en
Punta Carretas, y pronto llegarán a nueve, vinculadas a distintas
empresas. El mismo año, en Carrasco, abren cuatro salas del "Plaza
Arocena", buscando surtir a un barrio de alto poder adquisitivo, y
también, casi como experiencia piloto, las dos primeras del "Nuevo
Flores", al calor de las vacaciones de julio y de las factibles
expectativas con "Parque Jurásico" y "El jorobado de
Notre Dame".
Sobre todo con el aluvión de los Punta Carretas, la ida específica al
cine quedó, para mucha gente, olvidada. El paseo por el centro
comercial, su plaza de comidas e incluso la posibilidad de cambiar in
situ la intención de ver tal ó cual película (además de la oferta de
estacionamiento seguro para un público de buen nivel adquisitivo)
marcaron un repunte en el número de espectadores fácilmente
verificable. Si en 1995 fueron al cine 1:023.166 espectadores, dos años
después, ya más ó menos asentado el hábito del cine-shopping, este
número trepó a 1:485.133 (*). A estas alturas, ya no era sólo la idea
de determinadas formas de acceder al espectáculo cinematográfico lo
que estaba en cuestión, sino, englobándola y complejizándola, temas
como el destino de los centros urbanos, la fragmentación social, las
consideraciones en torno a la seguridad: "No es lo mismo dejar un
chico de diez ó doce años en 18 y Yaguarón que dentro del
shopping", ó "No es lo mismo dejar el auto en un
estacionamiento que en la calle". Y aún gente sin autos y sin
chicos, con un clima alimentado por sucesos reales pero definitivamente
abonado desde los medios, se sumó a esta lógica.
Pero todavía había gente que seguía apostando al Centro. Dos años
después, en 1998, el ex-"Luxor" y ex-"Nuevo
Ambassador" totalmente reciclado en tres salas de excelente
proyección, acabado y comodidad llamadas "Ejido", con un
barcito en la entrada, se arriesga a repetir, en condiciones más
modernas, la triple oferta que ya venía haciendo el complejo del Plaza.
Según su propietario, Mario Bonanata, el número de espectadores no ha
dejado de crecer una vez llegadas al dominio público las buenas
condiciones de sus cines. Pero un año después, en 1999, los
"Movie Center", primero en Portones Shopping de Carrasco y
unos meses más tarde en Montevideo Shopping, terminaron de consolidar
la tendencia shopping-cine. El número de espectadores aumentó
sustancialmente (a 1:720.324) y dentro de los complejos mencionados,
notoriamente, ya que no sólo hay gente que volvió al cine, ó empezó
a ir al cine, sino que no pocos espectadores emigraron desde las salas
del Centro a aquéllos. Los "militantes del cine", aquellos
que lo primero, lo segundo y lo tercero en lo que se fijan es la
factible calidad de una película, disponen para satisfacer su vicio de
las cuatro salas de Cinemateca, a las que sumó el año pasado
"Cinema Paradiso" y "Video Centro" de la Asociación
Cristiana, y el Cine Universitario. No son, en absoluto, pocos: de los
2:140.816 espectadores de 1999, 361.646 corresponden a Cinemateca, y
22.470 a Cine Universitario. La reapertura del "18 de Julio"
por Cinemateca (el viernes 26 con "Garage Olimpo") avisa que
el cine "diferente" tendrá ahora una sala más, y en pleno
Centro.
MAS SALAS, ¿Y
MAS PELICULAS?
En pleno 2000, es verificable que los agoreros de hace poco más de diez
años fallaron en su profecía. La gente volvió a los cines, y pese a
que el cable se sumó como competencia con su aferta continua de
películas. Como si, para crecientes sectores de público, se hubiera
hecho carne al fin lo que los cinéfilos de todos los tiempos vienen
afirmando desde siempre: que el cine en un cine es otra cosa.
Y como buen siglo nuevo, éste se anuncia con cambios y novedades en
este asunto. Por un lado, otras tres salas se sumarán al creciente
circuito Pocitos-Punta Carretas, cuando se inauguren las del complejo
Casablanca, que estarán en manos de la Compañía Central
Cinematográfica, dueña de los Plaza. Esto no significa que el trío de
Plaza Cagancha se traslade, ó baje su pelea por mantener su presencia
en ese lugar, sino sólo que se amplíe. Los Plaza, como sucedió con
otros cines del Centro, han sentido el efecto-shopping, y su gerente
Julio Arocena señala el punto en contra que significan, para el viejo
cine, los puestos instalados al costado de la plaza, precisamente frente
a su puerta y taponeando la entrada. "Hay puestos vacíos y se mete
cualquiera, hasta han asaltado gente. Nos han prometido reiteradas veces
reubicarlos, le prometí personalmente al intendente Mariano Arana que
pintaría toda la fachada para que el cine recupere su prestancia si eso
sucedía. Pero la fecha de reubicación siempre se corre...", dice
Arocena a BRECHA. Mientras tanto, las butacas para el Casablanca esperan
que terminen los últimos toques de la obra, y las máquinas
supermodernas están embarcadas hacia Montevideo.
Para los primeros días de este mes está prevista la reapertura de los
cines "Alfabeta" renovados, y el cambio de dueño de los
"Punta Carretas 6, 7, 8 y 9", que pasarían a ser
administrados por la empresa Movie Center.
La nueva gestión del "Alfabeta" incluiría como socios del
distribuidor Alvaro Caso (de la distribuidora Enec y de los "Punta
Carretas 1 y 2") a Eugenio y Pablo Garfinkel, ligados al grupo
trasnacional Hoyt General Cinema (aunque aclaró a BRECHA Alejandra
Bálsamo, encargada de marketing de "Alfabeta", este
emprendimiento es por cuenta de los Garfinkel y no incluye a Hoyt). Esta
empresa opera hace tiempo en otros países sudamericanos como Chile y
Brasil; en Uruguay, Garfinkel se afincó primero en Punta del Este,
donde tiene ocho salas del shopping de Avenida Roosevelt, que podrían
crecer, ampliaciones y refacciones mediante. Los cines de Barreiro y
Berro comprenderán las dos salas mayores, con 200 lugares cada una, y
la más pequeña con 130. Además de butacas con respaldo alto y
posavasos (gran impacto de los "Ejido" y "Movie
Center"), de pantallas nuevas y proyectores de alta tecnología, de
un vestíbulo decorado en piedra y madera con café incorporado, los
responsables avisan que el complejo apuntará "hacia el cine
europeo, latinoamericano, americano, brindando un especial apoyo al cine
nacional, permitiendo de esta manera una verdadera pluralidad de
opciones".
Algo similar se dijo cuando inauguraron los Movie Center donde, justo es
reconocerlo, se hicieron el año pasado y en los primeros días de mayo
de éste, sendas muestras de cine español y francés, con no pocos
hallazgos de esos que es raro encontrar en la cartelera montevideana.
Sin embargo, las cifras no hablan de gran pluralidad: casi el 80 por
ciento de las películas estrenadas en el circuito comercial en la
última década del siglo provienen del mundo anglosajón, un 73,7 por
ciento de Estados Unidos y un aporte inglés de 5,7 mientras de Francia
sólo provino el 5,7 por ciento y de Argentina el 3,7.
Las aperturas y reagrupamientos sugieren que, además de salas nuevas,
quizás estén cambiando otras cosas en la exhibición cinematográfica.
En pocos meses se enrareció el mercado, dijo a BRECHA el responsable de
una distribuidora; hay hechos que señalan la tendencia a un
reacomodamiento donde la distribución y la exhibición quedarían
unidas en bloques (¿para disputar la tenencia de grandes sellos?).
Actualmente la distribuidora Coralto está asociada a los
"Cinemetro" y "Plaza Arocena"; los
"Alfabeta" y "Punta Carretas 1 y 2" quedan
vinculados a Enec; Movie Center, ahora propietaria de la mayor cantidad
de salas incluyendo los "Punta Carretas 6 a 9", trabaja con
sellos independientes (lo que ha posibilitado estrenos de calidad, como
el de "El proyecto Blair Witch" y "El coronel no tiene
quien le escriba"), quedando sólo los cines de CCC y los
"Ejido" y "Opera", de Bonanata, sin vinculación
directa con una distribuidora. Entre éstas, sólo una grande, RBS, no
está asociada a la exhibición, con la excepción del cine
"Carrasco" que, muy bien reequipado a nivel técnico
"funciona según la película, a veces muy bien, otras no tanto,
pero se procura mantenerlo como una alternativa para la zona", dijo
a BRECHA Martín García, de RBS.
Cinemateca, por su parte, después del camino de ampliación de su
circuito con la instalación de "Cinema Paradiso", desde la
semana pasada se instaló también en el ex-"18 de Julio", una
apuesta fuerte (tanto como de 800 butacas) pero plenamente justificada:
es a través del circuito no comercial, y especialmente por Cinemateca
aunque no solamente, que ha llegado a Uruguay la enorme mayoría de
filmes durante la década del 90. Los estrenos comerciales, en 1999,
fueron 151, en un total de 366.
Entre cifras e imágenes, el cine vuelve a ser centro de atracción
tanto como deseo de inversión. Al fin, entre esas dos ecuaciones se
resolvió siempre su destino. Es tan fuerte, el viejo arte al fin
centenario, que ni siquiera el ruido del pop puede arruinar el placer de
sentarse en una hermosa sala, a ver una buena película.
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(*) Los datos referidos a números de estrenos y espectadores fueron
extraídos de CINESTRENOS EN MONTEVIDEO, notable emprendimiento de
Osvaldo Saratsola, que los interesados pueden encontrar en Uruguay Total
(www.uruguaytotal.com).
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