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Semanario Brecha (2 de junio de 2000)

Foto: Brecha
NUEVAS SALAS, NUEVOS HABITOS

Por Rosalba Oxandabarat

Se vuelve al cine en esta capital, con enormes paquetes de pop, pero se vuelve. Desde la masiva veta del entretenimiento hollywoodense a la búsqueda de la calidad, pantallas recicladas ó nuevas siguen convocando espectadores.

Aún estaban las grandes salas, cuando el régimen institucional retornó a Uruguay en 1985, pero su vigor de otros tiempos sólo reaparecía en las instancias de algún estreno muy sonado. Desde el mundo desarrollado ya llegaban noticias de la multiplicación de salas chicas, las más de las veces agrupadas entre sí.
Montevideo conoció su primera sala de cine de tamaño moderado y asociada a un centro comercial, la del "Montevideo Shopping", que con las gracias de Eddie Murphy ("Un detective suelto en Hollywood") abría sus puertas a lo que sería, con los años, una suerte de inauguración a una nueva manera de ir al cine, y aún, de ver el cine.
La exhibición cinematográfica daba señales de debilidad, con la mayoría de los cines de barrio refugiados en la memoria, y las grandes salas con sus capacidades aprovechadas muy por debajo de la oferta. Pocos meses después, en julio del mismo año, y como una señal premonitoria de que la demanda podía estar ya, al menos en parte, lejos del Centro, fueron inaugurados en Pocitos, también asociados a una suerte de centro comercial pero de escala mucho menor, el "Alfa" y el "Beta", dos salitas en aquel momento atractivas y confortables, cuando las butacas de avión con posavasos ni siquiera eran soñadas.
La exhibición de cine seguía peleando como podía. El cine "Central", en marzo de 1988, reabrió sus puertas después de refacciones, y muy poco después, en abril, el cine "Libertad" inauguraba un espacio más íntimo, con su fuente y con una película inolvidable, "El año del arco iris", del sueco Lasse Hallstrom. También el "Nuevo 18", en parte de lo que había sido el enorme "18 de Julio", se inauguró en aquel año, mientras el "California" de la calle Colonia intentaba reciclarse (cosa que según demostraron los años fue en vano) y reabrió un año después, convertido en tres salas bastante más chicas que la madre inicial. Algo parecido le pasó al "Nuevo Ambassador", que intentó sobrevivir en lo que había sido el "Luxor" (con su último tiempo en la vergonzante aventura del cine porno) de la calle Ejido, y volvió, después se vio que también infructuosamente, a la lucha en julio de 1991. A fines de la década del 80, con videoclubs por todos lados, eran probablemente mayoría los que, desde el escepticismo ó la nostalgia, opinaban que el cine "ya fue".
Como una experiencia casi al costado y de impulso individual, en 1993 abre en una galería el cine "De las Américas", el mismo año que el suntuoso "Cinemetro", recuerdo aún persistente de los tiempos de oro del cine, decide prohijar un hijo pequeño en su planta alta, llamado "Cinemetro 2". Las salas chicas parecen anunciar que nadie puede ya enfrentarse a un tremendo salonazo que, de acuerdo a las tendencias, tendría todas las probabilidades de verse semivacío.
Con la misma orientación abrirá, tercera opción en el complejo del "Alfa" y el "Beta", el cine "Gamma" en 1994, año en que también con bombos y platillos se aprovecha el espíritu (ya que no la arquitectura, arruinada en una de las peores reformas de las que puede dar cuenta esta ciudad) que podía aún quedar en la esquina del viejo "Censa", y en octubre abren las dos "Opera". Lindas salitas, buena proyección, butacas para el momento comodísimas. El lugar, pleno Cordón, bullente en las horas del día pero más bien poco transitado de noche, de todas maneras era un riesgo.

CAMBIOS DE LOS NOVENTA

La mitad de la década final del siglo XX asiste a una cascada de inauguraciones, y a un cambio sustancial en la manera de ir y mirar el cine: las experiencias anteriores lo venían prefigurando, pero tuvo que ser la potencia manifiesta, la novelería de los montevideanos y el impulso que se largó a trabajar en grande los que posibilitaron que, de pronto, Punta Carretas, que ya había dejado de ser una cárcel para convertirse en un centro comercial que cambió definitivamente la cara de un peculiar barrio montevideano, se convirtiera también en albergue del cine. Primero fue el "Punta Carretas 1", dos meses después el "Punta Carretas 2" (con "Fresa y chocolate", una de las pocas películas cubanas que se constituyó en éxito de público). Lo que los inversionistas ya habían visto, que agrupar salas asociadas a un gran centro comercial era una gran idea, fue avalado por el público. La experiencia fue diferente a la primera y solitaria de la salita aislada del Montevideo Shopping, que pronto tuvo escasa fortuna, formó parte un tiempo de la programación de la Cinemateca, pasó a llamarse "El Observador" y luego cerró discretamente. En 1996, casi al unísono, se inauguran más salas en Punta Carretas, y pronto llegarán a nueve, vinculadas a distintas empresas. El mismo año, en Carrasco, abren cuatro salas del "Plaza Arocena", buscando surtir a un barrio de alto poder adquisitivo, y también, casi como experiencia piloto, las dos primeras del "Nuevo Flores", al calor de las vacaciones de julio y de las factibles expectativas con "Parque Jurásico" y "El jorobado de Notre Dame".
Sobre todo con el aluvión de los Punta Carretas, la ida específica al cine quedó, para mucha gente, olvidada. El paseo por el centro comercial, su plaza de comidas e incluso la posibilidad de cambiar in situ la intención de ver tal ó cual película (además de la oferta de estacionamiento seguro para un público de buen nivel adquisitivo) marcaron un repunte en el número de espectadores fácilmente verificable. Si en 1995 fueron al cine 1:023.166 espectadores, dos años después, ya más ó menos asentado el hábito del cine-shopping, este número trepó a 1:485.133 (*). A estas alturas, ya no era sólo la idea de determinadas formas de acceder al espectáculo cinematográfico lo que estaba en cuestión, sino, englobándola y complejizándola, temas como el destino de los centros urbanos, la fragmentación social, las consideraciones en torno a la seguridad: "No es lo mismo dejar un chico de diez ó doce años en 18 y Yaguarón que dentro del shopping", ó "No es lo mismo dejar el auto en un estacionamiento que en la calle". Y aún gente sin autos y sin chicos, con un clima alimentado por sucesos reales pero definitivamente abonado desde los medios, se sumó a esta lógica.
Pero todavía había gente que seguía apostando al Centro. Dos años después, en 1998, el ex-"Luxor" y ex-"Nuevo Ambassador" totalmente reciclado en tres salas de excelente proyección, acabado y comodidad llamadas "Ejido", con un barcito en la entrada, se arriesga a repetir, en condiciones más modernas, la triple oferta que ya venía haciendo el complejo del Plaza. Según su propietario, Mario Bonanata, el número de espectadores no ha dejado de crecer una vez llegadas al dominio público las buenas condiciones de sus cines. Pero un año después, en 1999, los "Movie Center", primero en Portones Shopping de Carrasco y unos meses más tarde en Montevideo Shopping, terminaron de consolidar la tendencia shopping-cine. El número de espectadores aumentó sustancialmente (a 1:720.324) y dentro de los complejos mencionados, notoriamente, ya que no sólo hay gente que volvió al cine, ó empezó a ir al cine, sino que no pocos espectadores emigraron desde las salas del Centro a aquéllos. Los "militantes del cine", aquellos que lo primero, lo segundo y lo tercero en lo que se fijan es la factible calidad de una película, disponen para satisfacer su vicio de las cuatro salas de Cinemateca, a las que sumó el año pasado "Cinema Paradiso" y "Video Centro" de la Asociación Cristiana, y el Cine Universitario. No son, en absoluto, pocos: de los 2:140.816 espectadores de 1999, 361.646 corresponden a Cinemateca, y 22.470 a Cine Universitario. La reapertura del "18 de Julio" por Cinemateca (el viernes 26 con "Garage Olimpo") avisa que el cine "diferente" tendrá ahora una sala más, y en pleno Centro.

MAS SALAS, ¿Y MAS PELICULAS?

En pleno 2000, es verificable que los agoreros de hace poco más de diez años fallaron en su profecía. La gente volvió a los cines, y pese a que el cable se sumó como competencia con su aferta continua de películas. Como si, para crecientes sectores de público, se hubiera hecho carne al fin lo que los cinéfilos de todos los tiempos vienen afirmando desde siempre: que el cine en un cine es otra cosa.
Y como buen siglo nuevo, éste se anuncia con cambios y novedades en este asunto. Por un lado, otras tres salas se sumarán al creciente circuito Pocitos-Punta Carretas, cuando se inauguren las del complejo Casablanca, que estarán en manos de la Compañía Central Cinematográfica, dueña de los Plaza. Esto no significa que el trío de Plaza Cagancha se traslade, ó baje su pelea por mantener su presencia en ese lugar, sino sólo que se amplíe. Los Plaza, como sucedió con otros cines del Centro, han sentido el efecto-shopping, y su gerente Julio Arocena señala el punto en contra que significan, para el viejo cine, los puestos instalados al costado de la plaza, precisamente frente a su puerta y taponeando la entrada. "Hay puestos vacíos y se mete cualquiera, hasta han asaltado gente. Nos han prometido reiteradas veces reubicarlos, le prometí personalmente al intendente Mariano Arana que pintaría toda la fachada para que el cine recupere su prestancia si eso sucedía. Pero la fecha de reubicación siempre se corre...", dice Arocena a BRECHA. Mientras tanto, las butacas para el Casablanca esperan que terminen los últimos toques de la obra, y las máquinas supermodernas están embarcadas hacia Montevideo.
Para los primeros días de este mes está prevista la reapertura de los cines "Alfabeta" renovados, y el cambio de dueño de los "Punta Carretas 6, 7, 8 y 9", que pasarían a ser administrados por la empresa Movie Center.
La nueva gestión del "Alfabeta" incluiría como socios del distribuidor Alvaro Caso (de la distribuidora Enec y de los "Punta Carretas 1 y 2") a Eugenio y Pablo Garfinkel, ligados al grupo trasnacional Hoyt General Cinema (aunque aclaró a BRECHA Alejandra Bálsamo, encargada de marketing de "Alfabeta", este emprendimiento es por cuenta de los Garfinkel y no incluye a Hoyt). Esta empresa opera hace tiempo en otros países sudamericanos como Chile y Brasil; en Uruguay, Garfinkel se afincó primero en Punta del Este, donde tiene ocho salas del shopping de Avenida Roosevelt, que podrían crecer, ampliaciones y refacciones mediante. Los cines de Barreiro y Berro comprenderán las dos salas mayores, con 200 lugares cada una, y la más pequeña con 130. Además de butacas con respaldo alto y posavasos (gran impacto de los "Ejido" y "Movie Center"), de pantallas nuevas y proyectores de alta tecnología, de un vestíbulo decorado en piedra y madera con café incorporado, los responsables avisan que el complejo apuntará "hacia el cine europeo, latinoamericano, americano, brindando un especial apoyo al cine nacional, permitiendo de esta manera una verdadera pluralidad de opciones".
Algo similar se dijo cuando inauguraron los Movie Center donde, justo es reconocerlo, se hicieron el año pasado y en los primeros días de mayo de éste, sendas muestras de cine español y francés, con no pocos hallazgos de esos que es raro encontrar en la cartelera montevideana. Sin embargo, las cifras no hablan de gran pluralidad: casi el 80 por ciento de las películas estrenadas en el circuito comercial en la última década del siglo provienen del mundo anglosajón, un 73,7 por ciento de Estados Unidos y un aporte inglés de 5,7 mientras de Francia sólo provino el 5,7 por ciento y de Argentina el 3,7.
Las aperturas y reagrupamientos sugieren que, además de salas nuevas, quizás estén cambiando otras cosas en la exhibición cinematográfica. En pocos meses se enrareció el mercado, dijo a BRECHA el responsable de una distribuidora; hay hechos que señalan la tendencia a un reacomodamiento donde la distribución y la exhibición quedarían unidas en bloques (¿para disputar la tenencia de grandes sellos?). Actualmente la distribuidora Coralto está asociada a los "Cinemetro" y "Plaza Arocena"; los "Alfabeta" y "Punta Carretas 1 y 2" quedan vinculados a Enec; Movie Center, ahora propietaria de la mayor cantidad de salas incluyendo los "Punta Carretas 6 a 9", trabaja con sellos independientes (lo que ha posibilitado estrenos de calidad, como el de "El proyecto Blair Witch" y "El coronel no tiene quien le escriba"), quedando sólo los cines de CCC y los "Ejido" y "Opera", de Bonanata, sin vinculación directa con una distribuidora. Entre éstas, sólo una grande, RBS, no está asociada a la exhibición, con la excepción del cine "Carrasco" que, muy bien reequipado a nivel técnico "funciona según la película, a veces muy bien, otras no tanto, pero se procura mantenerlo como una alternativa para la zona", dijo a BRECHA Martín García, de RBS.
Cinemateca, por su parte, después del camino de ampliación de su circuito con la instalación de "Cinema Paradiso", desde la semana pasada se instaló también en el ex-"18 de Julio", una apuesta fuerte (tanto como de 800 butacas) pero plenamente justificada: es a través del circuito no comercial, y especialmente por Cinemateca aunque no solamente, que ha llegado a Uruguay la enorme mayoría de filmes durante la década del 90. Los estrenos comerciales, en 1999, fueron 151, en un total de 366.
Entre cifras e imágenes, el cine vuelve a ser centro de atracción tanto como deseo de inversión. Al fin, entre esas dos ecuaciones se resolvió siempre su destino. Es tan fuerte, el viejo arte al fin centenario, que ni siquiera el ruido del pop puede arruinar el placer de sentarse en una hermosa sala, a ver una buena película.
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(*) Los datos referidos a números de estrenos y espectadores fueron extraídos de CINESTRENOS EN MONTEVIDEO, notable emprendimiento de Osvaldo Saratsola, que los interesados pueden encontrar en Uruguay Total (www.uruguaytotal.com).

 


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