LA HORA DEL TE
Las cinco de la tarde es una hora histórica. Entre otras cosas, además del poema de Lorca, es famosa por ser aquella en que los ingleses se sientan a tomar el té y hablar de la vaca loca, pobre. Y reflexionando sobre los tantos problemas que a toda hora aquejan al hombre en la sociedad de hoy, recuerdo que en la antigua China, en la época del Emperador T'ang, el Poeta Lo Tung escribió acerca de las virtudes del té: "La primera taza me humedece los labios y la garganta; la segunda quebranta mi soledad; la tercera me penetra en el infecundo intestino; la cuarta taza me hace entrar fácilmente en sudor y toda la sinrazón de mi vida se escapa por los poros; al tomar la quinta taza la purificación es completa; la sexta me llama a las regiones de la inmortalidad; la séptima...!Oh! No puedo beber más, no anhelo otra cosa que no sea el fresco soplo que levanta mi manga". Sinceramente, y sin ánimo de molestar la memoria del bueno de Lo Tung, sería interesante saber con qué lo cortaba. Yo llegué a la sexta y paré, porque me estaba hinchando, y nada. Pero también el Emperador y Poeta, Kien Long, en 1710, decía: "El té es un delicioso licor que suprime las cinco causas principales de las penas humanas". Bueno, uno no es kien para desmentirlo, pero no creo que las causas de las penas humanas hayan sido nunca solamente cinco. La verdad que, hoy por hoy, es más aconsejable un buen puchero, y arriba, entonces sí, un tecito.
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