DARSE CORTE
El hombre, hasta el más mellado, vive cortando. Entre los que viven del corte, se destacan los cirujanos y los modistos. Y los sastres. Pero, mientras los sastres y los modistos cortan para vestirlo, los cirujanos tienen que desnudarlo para poder cortar. No obstante, cuando lo agarra un sastre, al hombre hay que medirlo antes de cortar, en cambio, si lo agarra un cirujano, generalmente hay que tomarle las medidas después. Vistosos siguen siendo los cortes en el baile. Para ser un bailarín con corte, no es suficiente lucir en el rostro una cicatriz. Como se sabe, el baile con cortes y quebradas, tiene su origen en la costumbre de bailar con el cuchillo en la cintura, y en quebrarse en lío con un rival alguna silla en las costillas. De ahí, también, quizás, la sentada. Hay quien se corta cambiando un vidrio, rebanando pan, abriendo una lata de conservas o rasurando su barba. Son los que acostumbran decir: - A mí, che, qué querés que te diga, a mí me gusta cortarme solo. Hay quien vive del corte de los naipes, quien del corte de pelo, hay quienes cortan césped a domicilio y los hay que la toman cortada con jerezano. Los niños, en la escuela, se desafiaban cortando para la salida. Ya más grande, el muchacho pretende que la botija más linda del barrio le dé corte. Y cuando se le arrima para el chamuyo, es muy probable que de atolondrado, se quede cortado. Hasta que se casa, y entonces sí, se le corta todo.
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