CRITICA DE CINE
García se fue con Gómez
La película de origen somalí, está basada en la famosa novela de Gómez y García “La verdadera historia de las relaciones entre Sebastián García y Manuel Gómez”. El drama de corte erótico, se inicia con una pareja de ancianos que quedan atascados en una autopista de Zurich. El viejito conduce un Chevrolet del año 32 que se le recalienta, y en tanto al viejo le sube la presión, la viejita lo pincha con unas agujas de tejer al tiempo que le recuerda su juventud perdida. Acosado por las agujas y los remordimientos, el anciano abandona su amado Chevrolet y al cruzar un puente es atropellado por un tanque alemán de la Segunda Guerra Mundial, conducido por Horacio Buscaglia, cuya brillante interpretación no se puede apreciar debido a que viaja en el tanque con la tapa cerrada. Como era previsible el tanque pertenece a una banda de contrabandistas de roscas para tornillos, que lo usan para no llamar la atención. La dupla Gómez y García se encarga del caso y al pasar por La Vegas mantienen una relación escabrosa, de la que salen mediante el manido recurso de ponerse a jugar en las “maquinitas”. Más tarde se encuentran con la viejita de las agujas en medio de un bosque de aucaliptus en una toma que nos recuerda, sospechosamente, a los abedules del cine soviético. Tal como nos tiene acostumbrados el cine de Somalia, el final es previsible. La “viejita” resulta ser una espía de Andorra que al ser descubierta mata a Gómez y hace aparecer como culpable a García, el que no tolera el engaño y se suicida mediante el infalible sistema de intentar leer toda la obra de Prous “En busca del tiempo perdido” sin saltearse un solo tomo. Al final el argumento pega un giro de 698 grados que produjo mareos en algunos espectadores poco duchos en semejante vértigo, y deja abierta la posibilidad de una segunda parte que, como se sabe, no sería buena. Lamentable el acomodador del cine, quien deseoso de aumentar el erotismo de algunos pasajes de la película, escondido debajo de una butaca gemía y suspiraba tan profundo que logró sofocar a varias y respetables señoras, una de las cuales debió ser reanimada con sales. Esperemos que no se haga costumbre.
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