"FRASES FAMOSAS DE LOS FAMOSOS MARX"
Carlos Marx pronunció una vez una frase, o quizás más de una vez, pues cuando uno descubre una buena frase suele repetirla para que quede. Dijo: “Los filósofos han pasado siglos tratando de explicar el mundo; ha llegado la hora de cambiarlo”. También pudo decir: “Los filósofos han pasado siglos tratando de cambiar el mundo; ha llegado la hora de explicarlo”. Pudo decir, incluso: “Los siglos han pasado la hora de explicar a los filósofos, y ha llegado el mundo de cambiarlos”. El hecho es que siempre es más fácil explicar que cambiar. Es bastante común que la señora le explique a su esposo la necesidad que hay de cambiar los muebles, pero una cosa es explicar, y otra mover el ropero. Se trate del mundo, lo que me parece imprescindible, como se trate de los muebles, cambiar no es nada fácil. En ambos casos hay que tomar medidas estrictas, y en ambos casos no faltará quien salga diciendo que mejor hubieran dejado el mundo y los muebles como estaban. Toda frase pudo ser dicha de otra manera, e incluso pudo no haber sido dicha. ¿Cuántas frases nunca han sido dichas, y ni siquiera pensadas?. Yo me jugaría la cabeza, o algo de valor, a que nadie dijo nunca la siguiente: “Entre una serie de círculos concéntricos, y una jabalina oculta en el placard, yo prefiero una buena caminata por el Jardín Botánico”. La frase no es absurda ni es antojadiza, ya que uno bien puede encontrarse en la disyuntiva de tener que elegir, aunque acepto que los círculos concéntricos pueden ser más atrayentes que el Botánico, pero, como bien lo expresa la frase, es una cuestión de preferencias personales. No faltará quien, llegado el caso, elija la jabalina. La frase de Carlos Marx me la inculcaron una vez que durante cinco minutos me hicieron un lavado de cerebro y me quedó grabada. Vaya a saber que otra frase me borraron los lavadores de entonces, para darle cabida a esa de Marx, ya que mi mente estaba repleta de frases sumamente interesantes. Debo reconocer que me dejaron muchas de las que yo tenía desde antes, y con el lavado que me hicieron, con unos productos importados de gran eficacia, me las dejaron más limpitas y presentables, cosa que siempre agradecí. Hubo lavadores de cerebros que, por falta de disciplina, o por apurados, o por torpes y chapuceros, o por divertirse nomás, me inculcaron otras frases de Marx, pero del otro, de Groucho Marx. No discuto la vigencia que puedan tener las frases de Carlos, pero permítaseme destacar la que tienen algunas de Groucho, como ser esta joyita impecable: “Estos son mis principios. Si no le gustan, tengo otros”. ¿No la encuentra actual? En estos días se cumplieron 25 años de la muerte de Groucho Marx, el más gracioso de todos los Marx incluyendo a Chico, Arpo, Gummo, Zeppo y Carlos. Su apellido no ayudaba en nada a los famosos hermanos judíos de Nueva York, y menos cuando Groucho dijo: “La justicia militar, es, a la Justicia, lo que la música militar es a la música”. En estos tiempos de aprendices de graciosos, de manoseo del humor por medio de la frivolidad y el mal gusto, cuando se pretende justificar la guarangada tilinga con la excusa de “las exigencias del mercado” (hablan del arte como si vendieran zapallos, y ni eso), recordar y refrescar a este Groucho que tanto tuvo de Marx, es una obligación que no dejo de cumplir con emocionado placer. No quiero hacer uso y abuso del genial humorista, pero al pensar en las frecuentemente infelices declaraciones de alguno de nuestros hombres públicos, no puedo menos que recordar aquella frase en la que Groucho, con genial sabiduría, aconseja: “Es mejor estar callado, y parecer tonto, que abrir la boca y despejar las dudas definitivamente”.
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